EL NAVEGANTE |
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AMANECER EN LA RIBERA El
sol penetra por la ventana, escurriendose entre las persianas americanas,
dibujando con luces y sombras, casuales diseños rodeando mi cuerpo desnudo.
Estiro mis brazos, desperezando un bostezo gutural, mis ojos casi pegados se
atreven lentamente a desafiar el resplandor. Respiro profundamente y percibo el
aroma de la noche de pasion que aun perdura en el ambiente. En la cama solo
estoy yo, miro el reloj que esta en mesa de luz que indica digitalmente las ocho
treinta de la mañana. Escucho un sonido desde el baño artificialmente
iluminado, el vapor escapa entre los bordes de la puerta entornada. Se escucha
un rechinar de bisagra y entra Alika a la habitacion ataviada con una toalla
blanca alrededor de su cuerpo y otra en la cabeza. -
Hola, me dice con voz alegre y tranquila. -
Hola respondo despeandome. -
Sabes, hace mucho tiempo que estaba esperando esta noche, siempre me
senti presa de mi olvido constante. -
No entiendo, respondo despabilandome. -
Yo tampoco, dice mientras se rie. -
Veni, le digo extendiendo mi mano. Alika
se acerca convertida nuevamente en un felino, su cara se transforma, sus ojos se
iluminan y sus toallas caen al piso. No
entiendo que es lo que despierta en mi, la miro jugando con su cuerpo desnudo
entre rayos de sol que dibujan exitacion. Camina lentamente, y nos fundimos en
un abrazo apasionado, solo nos dedicamos a sentirnos, a susurrarnos palabras
locas en los oidos, a vibrar de entrega total, sin inhibiciones, sin pensar. El
tiempo se detiene y pretendemos dejarlo asi, pero no fuimos capaces de hacerlo y
acabamos por deselanzar la trepada llegando a la cima del sexo y encendiendo un
cigarrillo. Extenuado
contemplo las colinas de Alika a contraluz, entre el humo del cigarrillo viendo
caer por las ladera gotas diminutas de deshielo. El
silencio se apodera de ambos, por unos minutos permanecemos callados, respiramos
un aire de desconcierto. Veo en el rostro de Alika lagrimas deslizandose por las
mejillas y oigo el llanto que intenta enmudecer. -
Alika, ¿Que te pasa?, pregunto mientras acaricio su rostro. -
No se, de verdad me cuesta entenderlo. Dice entre hipos de llanto. -
Hay cosa que yo tampoco entiendo. Digo tratando de tranquilizarla. -
Sabes, me dice en tono de confesion. Es la primera vez que amanezco con un
hombre en mi cama y lo recuerdo. Hasta ahora siempre despertaba con un
desconocido en mi cama, dejaba una nota y escapaba de mi casa esperando no
volverlo a ver. -
No entiendo, ¿Como no lo recordabas ? -
Eso es lo que no entiendo, recuerdo cualquier operación de compra o venta
que realizo en mi trabajo,
pero hay cosas que me son imposibles de recordar. Siento
un vacío por las mañanas, salgo por las noches, pero siempre re recuerdo sola,
me es imposible establecer una relación afectiva con alguien porque simplemente
la olvido en una noche. -
Verdaderamente estos sorprendido por esto, respondo. -
¿Sabes que?, dice inocentemente. Por primera vez experimento un recuerdo donde
haya compartido algo con alguien. Anoche en Saddam sabia que eras vos, no me
preguntes porque, pero siento que siempre te estuve esperando. -
Bueno calmate un poco, esto puede resultar demasiado fuerte, digo mientras la
abrazo fuertemente. -
Y ahora que siento esto, tengo miedo de olvidarte, o aun peor que no te interese
estar conmigo. Termina la frase irrumpiendo en llanto. -
Bueno, bueno, mejor me voy a preparar el desayuno. Digo cortando un poco el
clima. -
Ves, no lo puedo creer. Dice irrumpiendo nuevamente en llanto. Es la primera vez
que alguien me va a preparar el desayuno, yo no se como es compartir estas
situaciones cotidianas. Mis actitudes las fui aprendiendo como todos en el CCS
pero nunca supe si eran autenticas, nunca las cuestione, nunca supe si estaba
bien pensar. -
Escuchame, yo estoy renaciendo igual que vos, y algo que nunca me vino mal es
manejarme según lo pienso, déjate guiar por lo que vos sentís, aun cuando
nunca se te presento una situación similar. Olvídate de los preceptos pre
establecidos, conjetura tus pensamientos y ordénalos y sorbe todo pensa, algo
ya vamos a hacer. Dale te espero en la cocina. Hago
unas caricias a Alika que me abraza nuevamente, como sintiéndose protegida
entre mis brazos, la beso en su boca y me levanto de la comodidad de la cama,
totalmente desarreglada por razones obvias, y voy en busca de mis pantalones. -
En el armario tenes ropa, usala es para vos, siempre la tuve guardada esperándote.
Dice Alika sonriendo entre sollozos y resignándose al desconcierto comienza a
reír a carcajadas. -
Ves, no te parecen demasiadas coincidencias, digo también riendo. Tomo
la cara de Alika y la beso nuevamente, continuamos tentados por la situación y
a carcajadas me visto, con el jean negro y la camisa blanca, me coloco mis botas
sentado sobre el borde de la cama, y salgo hacia la cocina. Antes
de cruzar la puerta le digo, parapetado sobre el marco de la puerta de la
habitación. -
No me digas que no te salve anoche de la mole precoz del bar, imagínatelo a él
tratando de ponerse esta ropa. Espero que no a todos le digas lo mismo. Digo en
tono de chiste. -
Maldito sarcástico, vos y tu incisivo humor negro, responde riéndose mientras
revolea un almohadón hacia la puerta. Voy
caminando hacia la cocina, mientras tanto pienso en las palabras de Alika y las
casualidades que no atañen a ambos. Verdaderamente creo que es una mujer
especial, pero no sé que significa para mí. Aun no se como me paro en medio
del gran salón, giro hacia la puerta de la habitación y grito. -
Alikaaa. -
Queee. Responde a lo lejos mientras a medio vestir se asoma por la puerta. -
Te Amoooo. Grito descontroladamente. Su
cara de sorpresa denota el impacto de estas palabras que pronuncio desde lo mas
profundo de mí ¿inconsciencia o mi corazón?. Casi cayéndose de la emoción y
otra vez con lagrimas en los ojos responde -
Yo también Nav, siempre te ame. Dice mientras sonríe. Ya
en la cocina me dispongo a preparar el café con leche con algunas tostadas
manteca y mermelada. Abro la heladera y saco el cartón de leche marca
“Las tres Viejardas”, la mantequera y la mermelada, antes de cerrarla
encuentro unas naranjas que también apoyo sobre la mesada. Enciendo
la cafetera express la cargo con el café molido, pongo las tasas y dale nomás...
el desayuno esta en marcha. Debido a la amplia divulgación que ha tenido en
distintos medios especializados los desayunos, procederé a evitar el desarrollo
de los pasos minuciosos que hacen a la confección del mismo. Ya
con el desayuno sobre la mesa perfectamente distribuida, espero a Alika para
compartirlo. Siento un escalofrío que recorre mi cuerpo rápida y
descontroladamente, eso ocurre cada vez que un simple acto cotidiano reingresa
en mis recuerdos Alika
entra al comedor más radiante que nunca, ya perdió su aspecto felino y su
aspecto fresco contrasta como el alba entre los prados. Ataviada con unos Jean
azules, camisa blanca, botas marrones coronados por una pañuelo colorado en su
cuello, contorsiona las cerámicas del piso en su andar de rayuela. Sus cabellos
aun húmedos enmarcan su rostro y exaltan sus ojos celestes pastel, cayendo y
arremolinándose por su cuello alegremente sometido al bello extrangulamiento. Antes
de sentarse a la mesa me besa en la boca y con actitud alegre y divertida se
sienta a mi lado. Por
unos instantes el silencio de apodera de la mañana, y como en cámara lenta,
pasan los verbos en miradas con fondo de latidos parsimoniosos. |