EL NAVEGANTE |
Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 |
INTER
RECORD GAP De
mi, pocas cosas puedo contar. A veces afloran recuerdos vagos sobre mi persona,
instantáneas se me muestran con momentos congelados, el resto es a veces
imaginado por mi. Miles
de interrogantes me formulo en mi silencio, introspectivo por momentos dedico
mis sentidos a observar. Los paisajes no dejan ver a simple vista su alma, sus
venas claras con torrentes espumosos que buscan la amplitud de los mares. Pero
cuando logras detener una gota de agua, vaporizada por la caída abrupta e
inevitable, y prismas en el la luz de sus espectros, cae el velo de lo corpóreo
y tangible y se comienza a divisar hasta el mas pequeño detalle, se percibe el
mas sordo sonido, y se escucha el palpitar del corazón. Pero
con la gente siempre es mas difícil, muchas veces parece que le viste el alma,
desnudaste sus secretos. Pero realmente desnudaste su hoy, mañana un giro
extremista lo hara caer en su propia utopía, un sentimiento, una causa, un
temor, o simplemente porque se aburrió de la estoa, lograran que la adrenalina
haga su trabajo, que lo mantenga vivo, que lo preocupen, que lo estremezcan, que
lo hagan sentir. Aquel que no se contradiga por lo menos una vez, seguramente
esconde detrás de una armadura medieval el sudor de su aburrimiento. De
pronto caminando con ligereza comienzo a surcar rápidamente el laberinto de
calles hasta llegar a una amplia plaza, rodeada de edificios importantes puedo
reconocer al cabildo, la catedral con sus columnas firmes como granaderos, pero
tras la pirámide de mayo y mirando hacia el río veo a la rosada. Hoy pintada
con grafitis coloridos y a su alrededor una reja castigada de golpes y palos.
Tras la misma algunas personas de azul, con cascos y armas preparan un asado
improvisando una parrilla con chapas de escudos fuera de servicio. A ninguno le
falta el característico anteojo verde, serán para el sol, pienso mientras me
acerco y diviso mas detalles. A
la derecha una flotilla de motos de las mas variadas marcas y modelos, descansan
desordenadamente dispuestas, algunas con cuernos en su manubrio, otras con
esquemas de pinturas psicodélicos, sobre cada una de ellas descansa una campera
de cuero negra con una inscripción en la parte de la espalda, que por la
distancia no llega a ser legible. Del
lado izquierdo un grupo de seis automóviles todos Ford, todos verdes, lucen
impecables a pesar del paso del tiempo. Al lado de cada uno hay una persona de
traje oscuro (estos son los primeros trajes que veo desde que estoy aquí)
con lentes negros esta vez, que con actitud nerviosa miran hacia todos los
puntos cardinales, pareciéndoles sospechosos hasta unas palomas que revolotean
alegremente sobre la plaza. Una perforación en el capot de los autos dejan ver
la toma de aire un turbocompresor lo que denota la preparación y exigencia a la
que supuestamente se le imponen a estos fierros. Cuando
el grupo de despreocupados hombres de azul es alertado de mi presencia, por una
silueta sin rostro ubicada en el primer piso, bajo el grito de Parapetarse
Carajo!!!, una lluvia de choripan, morcilla, vacío y huesos de asado de tira
caen al piso junto con los cuerpos de los hombres que inmediatamente me apuntan
con sus armas, prácticamente desde todos lados. Los
hombres de trajes oscuros, ingresan rápidamente a sus vehículos y los ponen en
marcha provocando un estruendo ensordecedor. Las palomas hasta ahora casi
escondidas se elevan asustadas, la plaza se oscurece ante su vuelo que eclipsa
el sol. Un caos generalizado se produce tras la valla, gritos, ordenes, ruido de
motores. A todo esto se le suma una horda de grandotes con pelo largo y barba
que corren toscamente hacia las motos, con rápidos movimientos de sus
extremidades bajas, aun no puedo determinar o imaginar siguiera de donde
salieron. Cuando creí que ya ningún otro instrumento se podia llegar a sumar a
la orquesta estable de la rosada, detrás del edificio se eleva una silueta
temible, reconocí entre todo este quilombo el golpeteo de sus aspas contra el
aire, y algunas palomas también. Mientras
permanezco inmóvil tirado contra el piso, espiando los sucesos en primera fila,
juro que pesar del cagazo me sentí importante, yo arme todo este despelote tan
solo con caminar despreocupadamente, y no me salió otra cosa de adentro que un
grito de QUE LO PARIO!!! y en voz baja un quien carajo me mando a pasar por acá. Algunos
disparos comienzas a escucharse, evidentemente eran al aire, por cada uno
escuchaba cuatro o cinco puteadas cuando los restos rojos de palomas destrozadas
caían sobre ellos. Esto parecía un gallinero, particular por cierto, sin
gallinas, sin huevos, pero gallinero al fin. Las plumas y el olor a pólvora
forman un articular aroma, que se mezcla con el asado, al que se sumaron
casualmente un par de achuras de bichos voladores. Sin
pensarlo demasiado comienzo a arrastrarme, intento retroceder y escapar de esta
situacion. Escucho gritos de ALTO CARAJO!!!, NO SE MUEVA!!!, y frases por el
estilo, que recuerdo haber escuchado alguna vez al pasar por Campo de Mayo. Fijense,
por si alguien no cree en las coincidencias, cuantos Mayo pueden converger en un
mismo lugar y al mismo tiempo, para colmo yo nací en el medio del mes de mayo,
tal cual me encuentro ahora. Logro
retroceder unos cien metros, ya escuchando algunos aislados silbidos que pasas
rasantes sobre mi cabeza. Me escondo detrás de la pirámide que esta en el
centro de la plaza. En este momento sinceramente no se como mierda voy a salir
de acá. Me siento rodeado, mejor dicho no me siento, estoy rodeado. De pronto
reflexiono sobre lo fácil que hubiese sido acabar con el intruso que amenzante
hozo acercase a ese lugar sagrado cortando el momento de relax de la heterogénea
tropa. Es alli cuando noto que la mayoría de estos hombre miraban mas a su
alrededor que mi, confieso que esto también me frustro un poco, es como si
estuvieran esperando algo mas que un perejil caminando solo. Algunas
sirenas se escuchan en los alrededores, como coro secundario de la sinfonía.
Mientras me asomo por el costado de la pirámide que me sirve de trinchera
casual, veo al helicóptero comenzar a moverse hacia donde yo estoy, a su paso
siguen cayendo las palomas metiéndose por cualquier hueco de la maquina, que
como dudosa emprende el avance lento, mortal, seguramente implacable. De los
soportes laterales puedo distinguir algunos cohetes de importante porte
preparados para ser disparados. Ya esta pasando sobre el batallón aun tras las
rejas, de pronto escucho un estruendo espectacular, por un instante llegue a
pensar que disparaba un cohete hacia mi, pero la realidad era otra, en tan solo
un pestañeo el victimario paso a ser la víctima. Lo veo cayendo como una bola
sobre los hombres, realmente un espectáculo aterrador como pocos. La fachada
del edificio sufre el embate que deja un hueco enorme, sobre la calle una
explosión dispersa como hormigas a los uniformados. Sobre el edifico del
ministerio de economía, en donde ahora hay una especie de templo evangélico,
algunas siluetas asoman con sus armas disparando hacia la rosada. Desde todos
lados aparecen hombres con rostros crudos, algunos con armas, otros con palos o
lo que encuentran a su paso. Un sonido de bombos se aproxima con voces coreando
cantos, Algunos carteles con inscripciones se despliegan en los alto, en una
llego a leer Agrupación Reality Show, otros con frases como SOMO EL PUEVLO, y
en el fondo el mas grande de aproximadamente cincuenta metros de largo,
sostenido con dificultad por una importante cantidad de hombres, que decía los
A-NARCOS. Las
palomas diezmadas dejaron de revolotear sobre el campo de batalla, en su lugar
el humo tomo por completo la atmósfera ahora casi irrespirable. Un
grupo de personas llegan hasta mi ubicación agachándose, uno de ellos, el que
parecía el jefe me pregunta. -
¿La
puerta del centro estaba abierta? -
Creo
que si, yo estaba a unos veinte metros. -
¿Había
alguien arriba, pregunta agitado?. -
Si,
pude ver una sombra. -
Gracias
por todo, dándose vuelta y haciendo un movimiento con el brazo. -
¿Pero
ustedes quienes son? -
Somos
los Bombucha. Dice Alejándose rápidamente con sus compañeros Sigo
observando la cruenta batalla alejándome cada vez mas, algunos de los autos
intentan escapar de la emboscada, ninguno lo logro, quedaron como antorchas
alumbrando la batalla. Otros probaron suerte con sus motos, pero fueron fácilmente
derribados. Los que corrían quedaban con su cara en el agua estancada de la
alcantarilla con dos o tres tiros en su cuerpo. Los que no corrían también. De
pronto mirando a mi alrededor, escondido entre los arcos del cabildo, un jeep se
aproxima, frena próximo a mi y un hombre rubio, de unos 45 años de edad, se
acerca a mi. Extendiendo su mano y acompañando su gesto con una mirada sincera
en dice. -
No
conozco tu nombre pero gracias. -
¿Gracias
de que? -
Vos
fuiste el detonante perfecto de la rebelión final. -
¿Que
rebelión final? -
No
importa, igual gracias. Queres venir con nosotros, ahora viene lo bueno. -
Solo
si promete contarme que es lo que esta pasando. -
Seguro,
después hablamos, ahora mira. Me
subo al vehículo junto al rubio, que después su compañero llamara Gringo,
mueve el jeep unos pocos metros, cuando frena le dice ahora Cholo al que
manejaba. El
Cholo acciona una sirena ensordecedora, que enciende y apaga tres veces. Al
escucharla todos los hombres presurosos se desconcentran rapidamente, la plaza
queda nuevamente desierta como páramo humeante, con restos de hombres por todos
lados, fundidos con plumas de palomas destrozadas e iluminados por el fuego. Unos
6 hombres son los últimos en salir corriendo desde el interior de la rosada
dirigiéndose hacia nosotros. De pronto el edificio paso de rosa grafiti a
fragmentos dispersos por los aires. La onda expansiva de la explosión nos
sacudió a nosotros que estabamos a unos doscientos metros del lugar, y dejo por
el piso al grupo de hombres que venia corriendo. Los miro con preocupación y el
gringo me toma el hombro y me dice –No te preocupes los bombucha saben lo que
hacen. La
construcción característica del paisaje de plaza de mayo, dejo de existir, en
manos del gringo, se difumino su silueta histórica en tan solo una explosión
fugaz como una estrella. No se si mirarlo con odio o agradecimiento, no se que
sentir, toda la historia cae en mis espaldas, podría haber hecho algo, pienso
apesadumbrado. Sin
tiempo a reaccionar el Gringo me toma del brazo y bajandome del Jeep me grita
– Tenemos que huir ahora, no tenemos mucho tiempo. -
A
donde vamos, pregunto inquieto -
No
hay tiempo para respuestas ahora, corre y seguime. -
Seguramente
nos estan esperando, nos quieren liquidar cuando estemos escapando. -
Mira
Gringo, digo con tono neutral, yo tengo que ir para la Boka. -
Que
Boka ni Boka, hace lo que quieras, pero te aseguro que no duras ni tres cuadras,
esto en cinco minutos va a ser un hervidero de balas. Seguime no seas boludo, no
tenes otra salida. Casi
con resignacion me apresuro para poder seguir el ritmo del Gringo que corria en
direccion a la Avenida de Mayo. El Cholo un poco mas grandonte y pesado daba
saltos toscos a su lado con su arma al hombro. En
la esquina de la calle piedras el Gringo se detiene al lado de la calle y
algunos hombres convergen hacia su posicion, en ese lugar una vieja estacion de
subte con nombre homonimo a la calle, aparenta ser la salida al caos que se
aproxima (según el Gringo), ya que la calle esta desierta y no se ve nada mas
que humo y destruccion. Bajo
por las escaleras y encuentro un anden con el piso destruido y falto de
iluminacion, algunas antorchas apenas dejan adivinar el camino, que es seguido
por los hombres que regresan de la batalla callejera. El
Cholo a mi lado se arrodilla a un costado y prepara un detonador que
nerviosamente juega en sus manos. Despues de terminada su sesion de manualidades
pega un grito diciendo – Gringoooooo lista la tapa. La
figura en penumbras del Gringo se ve bajar por las escalera, una sucesion de
explosion, silvido y sangre, hace caer al Gringo que rueda por las escaleras -
Anda
y traelo me dice el Cholo, anda y traelo. Con voz nerviosa y desesperada. Corro
hasta el pie de las escaleras y cargo el cuerpo ensangrentado del Gringo que aun
casi inconsciente dispara hacia la entrada con su arma. Tipo jodido pienso. Escucho
un grito de “Al piso que se pone la tapa” retumbar en el tunel oscuro,
mientras doy de bruces contra las baldosas una explosion deja caer una tormenta
tropical de piedras y polvo arrancando de sus lugares a la linea de molinetes
oxidados. Despues
del sismo unos hombres levantan al Gringo y lo llevan mientras el Cholo con su
frente sudorosa me ayuda a levantarme y palmea mi espalda en señal de
agradecimiento. Mientras
caminamos encolumnados por entre los rieles, mas adelante una tenue luz nos
indica el supuesto destino otra estacion de la vieja linea A. A
mi derecha puedo ver los restos de uno de los subtes que circulaban por esta
linea, recuerdo vagamente su andar destartalado, sus asientos de madera, y sus
puertas de apertura manual. Llegamos
dificultosamente hacia la fuente de luz, trepamos al otro anden y emprendemos
una marcha endemoniada en un laberinto de tuneles de paredes azulejadas como baños.
A donde vamos, pregunto al Cholo. A Constitucion, responde, ahí nos espera el
transporte. Por
su tono preocupado no me atrevo a preguntar mas y limito mi accion a seguirlo y
salir de esta situacion. De
pronto tras un recodo del tunel unos hombres se alegran dando Hurras y bajando
sus armas en clara seña de alivio y distension. En
las vias un extraño engendro de hierros provoca un estruendo importante, que se
magnifica por el eco de tunel. Suban rapido dice uno sentado al frente del un
motor o algo parecido. Dale dice El Cholo subi. Los
hombres ya estan sobre el engendro, amontonados, algunos heridos como el Gringo
atendidos por los hombre. Me acomodo en la parte delantera junto al Gringo y el
Conductor. Un chillido agudo se funde con el ruido del escape del motor, el humo
y el olor dejan claramente a la vista que es Diesel. El
mamotreto metalico comienza a moverse lentamente como despertando de un letargo
de años, mas adelante solo se ve oscuridad, mas atrás el humo hace que una
nube toxica intente caer sobre nosotros. Despues
de unos 6 minutos de marcha, veo una luz tenue,
como de antorchas, y algunas siluetas de hombres. Cuando
llegamos hacia la fuente de luz, unos hombres festejan la victoria sumandose al
grupo que venia con nosotros. En
un cartel se lee Constitucion, y mientras marchamos hacia la salida un grito de
Al piso me alerta de la inmediata explosion. Curiosa forma de escapar, recien
ahora me doy cuenta que por donde pasan estos hombres todo explota o se
derrumba. Sacudiendome
el polvo de mi cuerpo llego a la salida y veo por fin al sol. en ese instante el
Cholo se acerca y me dice. -
Venis
con nosotros che. -
Creo
que no, aunque no se a donde van. -
Un
tren nos esta esperando para irnos a Mardel, ahí esta nuestra central de
operaciones. -
No
gracias, debo ir a otro lugar -
Bueno,
si necesitas algo veni a vernos, ya sabes donde encontrarnos. -
Gracias,
digo estrechando su mano. Suerte. El
grupo de hombres se dirige rápidamente hacia la estructura de la estación
Constitución del Ferrocarril Roca. Poco a poco desaparecen por las aberturas de
acceso al edificio deteriorado, al tiempo que se escucha el estrepitoso sonido
de una bocina de tren. El reloj marca las 12. Me
quedo unos instantes parado recopilando y respirando los aires de la situación
confusa. Algunas personas circulan por la plaza en la que estoy parado. Un sudor
recorre nuevamente mi cuerpo y solo atino a sentarme en un banco de la plaza. Permanezco
allí algunos minutos, simplemente mirando la silueta urbana, cortada por
autopistas de hormigón elevadas sobre pilares grises. Algunos retoques de verde
dispersos son el blanco de las meadas de los perros vagabundos. La disputa por
un árbol puede llegar a teñir de sangre el pasto, un hueso puede provocar una
guerra de jaurías salvajes y hambrientas. Por
momentos pienso que hasta me observan con ganas, sobre todo cuando por su hocico
chorrea un hilo de baba mientras me miran de reojo al pasar. Al
costado de la salida del subte, por la cual salimos, una moto tirada en el piso
aun deja girar su rueda trasera. Pienso que quizá haya sido olvidada por los
A-Narcos en su rápida huida hacia el tren. Tomo
la moto y la enderezo, reviso rápidamente en busca de algún notorio desajuste.
Subo sobre ella pegando un salto importante, estas motos enduro siempre fueron
altas, y cuando me preparo para darle arranque con la típica patada, escucho
una voz que dice. Hey Don Yo le cuide la moto, no tendría algunas monedas
pa’l vino !!!. Una leve sonrisa se me escapa mientras miro al hombre barbudo,
sucio y borracho, mientras pienso que algunas cosas nunca cambian. Meto la mano
en mi bolsillo y saco 3 monedas que tiro hacia el hombre. Con reflejos dignos
del mejor de los arqueros, da captura a los discos metálicos que directamente
caen en su bolsillo derecho, Mientras me dice Gracias Good Man. Por
nada, respondo volviendo a mi tarea de encender la moto. Una
cosita mas, dice interrumpiéndome. Desconecte el cable rojo que sale de la
masita blanca esa, sino va a parecer un mirage. Riendo a carcajadas. Miro
debajo del guardabarros trasero y veo un poco de Explosivo Plástico conectado
con un cable efectivamente rojo a alguna parte del motor. Esta es una típica
moto de los A-Narcos. Pálido aun y con las manos sudorosas desconecto el cable
rojo y saco el explosivo tirándolo lo mas lejos que puedo, Unos perros pelean
por el. Miro
al hombre aun sonriente a los ojos, tomo mi petaca y se la lanzo, el la ataja
con magistral habilidad, desenrosca la tapa, le pega un trago mientras saboreándolo
dice, Este es del bueno, a su salud, Good man. Enciendo
ahora si la moto y cuando estoy por arrancar me doy vuelta y le pregunto. ¿Que
hubiese pasado si no te daba las monedas por haber cuidado la moto?. Quien sabe
dice sonriendo, en algunas situaciones solo podes saber una parte de la
historia, la duda perdurara para siempre porque cada acto y decisión que tomes
será único e irrepetible. Cuídate
Good Man. El
eco de sirenas retumba entre el laberinto de la ciudad, creo que se acercan
hacia acá, será mejor que desaparezca antes de que lleguen. Saludo
haciendo un gesto con la mano y arranco dejando una huella sobre el pasto, tan
profunda como la que marco este hombre en mi memoria. |