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Tomás
de Aquino
Santo
Tomás de Aquino nació en el castillo de Roccasecca , entre Roma y Nápoles,
a finales de 1224, hijo del Conde Landulfo de Aquino, que estaba
emparentado con la familia imperial de Hohenstaufen.
A los cinco años fue entregado al cercano monasterio de Montecassino,
para que los monjes cistercienses se ocuparan de su educación, y
posteriormente, muy joven todavía, se trasladó a la universidad de Nápoles,
donde estudió artes liberales. Con 17 años de edad entró en la orden de
los dominicos, quienes le enviaron a París para que completase y
perfeccionase sus estudios. Allí conoció a San Alberto Magno, que se
convirtió en su maestro, primero en esta ciudad y, más tarde, en
Colonia, donde pasó cuatro años.
En 1252 Tomás vuelve a París y comienza su carrera docente como profesor
de Teología, actividad a la que se dedica con una entrega total. Pasa
después una larga temporada en Italia, y allí ejerce durante algún
tiempo como teólogo de la curia papal en Orvieto, antes de regresar a París
para una segunda etapa de profesor en esta ciudad, del año 1269 al 1272.
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Sus
superiores le enviaron entonces a Nápoles, para que fundara un Estudio
General de Teología para la orden de los dominicos; allí le llegó la
convocatoria del Papa para que asistiera como teólogo al concilio de
Lyon. De camino hacia allí, murió en el monasterio de Fossanova el año
1274, a los cincuenta años de edad.
Desde
San Agustín, el pensamiento cristiano había mantenido una orientación
filosófica de corte platónico. En el siglo XIII, por el contrario, con
Averroes y Alberto Magno, surge un movimiento de orientación aristotélica,
en contra, al principio, de la opinión de las autoridades y profesores de
filosofía y teología. Uno de los principales méritos de Santo Tomás
consiste en haber consolidado el aristotelismo como sustrato filosófico
del pensamiento cristiano y de la reflexión teológica.
Las obras de Santo Tomás destacan por su claridad expositiva y por su metódica
articulación de los conceptos y argumentos. Las más importantes son la
Suma contra los gentiles, también llamada Suma filosófica, y
la Suma teológica.
La Suma teológica consta de tres partes. La primera parte,
trata de Dios: de la esencia divina, de las pruebas de la existencia de
Dios, de la Santísima Trinidad. En la segunda parte, Santo Tomás trata
del movimiento hacia Dios de las criaturas dotadas de razón, es decir, de
la ética y de la moral. La tercera parte, en fin, que quedó inconclusa
por la muerte de su autor, está dedicada a Cristo como salvador de la
humanidad.
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